Cuota:
Finalmente he comenzado a hacer las paces con el revoltijo implacable de postes y cables aéreos que definen gran parte del horizonte aquí en Los Ángeles, después de años de detestarlos y resentirlos. Debido a nuestros terremotos ocasionales, dichas líneas de servicios públicos no pueden enterrarse debajo de las calles y aceras como lo están en muchas otras ciudades importantes. Y así, nos vemos obligados a coexistir.
Pero finalmente, comencé a ver los postes y los cables no solo como una plaga inevitable, sino como recipientes. Capaces de transmitir su propio tipo de belleza esperada, tallan y dividen los planos del cielo en formas abstractas constantemente sorprendentes.
Colores destacados en esta pintura:
- Ultramar francés
- Violeta lunar
- Azul cobalto verde azulado
- Ocre francés
- Azul cobalto
- Púrpura imperial
Al darme cuenta de eso, me llegó otro tipo de despertar como persona y como artista. La belleza no siempre se encuentra en los lugares obvios o esperados. Lo mismo puede decirse de las personas, las ideas o las formas de ser.
La belleza no se contenta con ser definida tan estrechamente, y además, en realidad no se puede encontrar en qué vemos, pero en cómo elegimos o aprendemos a ver.
En otras palabras, la belleza no existe tanto dentro de nuestros sujetos, sino en cuán plenamente somos capaces de ver y sentir a nuestros sujetos. Y solo entonces, podemos, como artistas, centrar nuestra atención en cómo podemos interpretar esos sentimientos en papel o lienzo.